¿De qué vamos a hablar?
Uno de los retos más importantes a los que los cuidadores y cuidadoras deben enfrentarse es cómo establecer mecanismos de comunicación adecuados con aquella persona dependiente a la que cuidamos día a día. En aquellos casos donde el deterioro cognitivo es más acusado es fundamental que el cuidador/a adquiera nuevas formas de comunicarse y estrategias que faciliten una relación adecuada, efectiva y, por supuesto, tranquila tanto para la persona que se cuida como para el cuidador o cuidadora.
En el caso de personas que padecen algún tipo de demencia, es primordial estar pendientes del tipo de comunicación y los elementos que la conforman. Debemos tener en cuenta los gestos que utilizamos, el tono y volumen de la voz, la forma de mirar y las reacciones que provocan nuestras palabras.
Desafortunadamente, a veces, caemos en el error de pensar que por padecer demencia la persona no se da cuenta o no puede entender lo que decimos y la forma en cómo lo decimos. Emocionalmente no es agradable para la persona que cuidamos escuchar malas palabras y menos aún si las decimos utilizando un tono de voz agresivo o alterado. De la misma manera, para el cuidador es una pérdida de tiempo y de bienestar psicológico entrar en discusiones inútiles, perder el control de la situación o dejarse llevar por la ansiedad.
SONREÍR ES UN BUEN PUNTO DE PARTIDA
Debemos intentar hablar mirando a la cara a la persona y manteniendo la mirada, utilizando un tono de voz tranquilo y relajado y con una expresión afable e incluso sonriente; además se puede explicar a la persona lo que queremos que haga, aunque de manera breve y concisa. Lo más probable es que la persona, por el mecanismo de imitación (modelaje), utilice la misma forma de comunicarse que nosotros a la hora de respondernos. Es decir, repetirá el modelo de comunicación que nosotros como cuidadores le estemos proponiendo.
Por otro lado, es fundamental controlar, en la medida de lo posible, el ambiente en donde se desarrolla la comunicación. Es importante evitar conversar mientras haya demasiado ruido o en entornos donde existan distracciones. Lo ideal es que sea en espacios familiares, bien iluminados y tranquilos para prevenir la desorientación ocasionada por los problemas cognitivos.
Para paliar los problemas de memoria o de comprensión que pueda tener una persona con demencia, es recomendable apoyar las palabras con imágenes, favorecer el contacto directo con el objeto o con las personas de las cuales estamos hablando. Por ejemplo, si lo que queremos es que la persona a la que cuidamos se duche o se lave los dientes, debemos acompañar las palabras con la actividad, ir con ella al baño, utilizar los objetos y mostrarle directamente la acción que queremos que desarrolle.
¿Y SI LA PERSONA NO QUIERE HABLAR O SE SIENTE ENFADADA?
Debemos entender que, como a todos, hay momentos en los cuales queremos estar solos, en silencio o simplemente reflexionar y estar tranquilos. Es importante respetar estos momentos en la persona que cuidamos. Si vemos que está alterada y que nuestras palabras no la tranquilizan lo mejor es distraerla con otra cosa o incluso tomar una distancia prudente y controlada hasta que se calme. No hay que caer en el error (aunque sabemos lo difícil que resulta) de alterarse o levantar la voz ya que muy probablemente empeorará la situación.
Motivemos el diálogo
¿Qué motiva el diálogo?
Con frecuencia nos podemos encontrar en casos de demencia en los que la persona se encuentra poco participativa en las conversaciones. Como normalmente el cuidador/a es un familiar, es relativamente fácil identificar las cosas, el ambiente, los temas, las situaciones e incluso amigos o miembros de la familia que son agradables para la persona que cuidamos.
Por ejemplo, si vemos que pasear o ir al parque estimula que la persona hable y recuerde de manera agradable los juegos de su infancia podemos realizar más actividades de este tipo. Si los nietos/as crean un ambiente cariñoso podemos motivar el diálogo a través de ellos. Si la conversación que establecemos tiene que ver con familiares o vivencias, podemos utilizar el álbum de fotos o vídeos que recuerden estas experiencias. O escuchar música de su época y evocar canciones y situaciones relacionadas con ellas también ayudará a animar el inicio de una buena conversación.
Utilizar el contacto físico:
Una de las herramientas que podemos utilizar al mantener el contacto visual es el contacto físico, ya que le trasmitimos a la persona que estamos cerca de ella y que nos interesamos por lo que nos está diciendo. Incluso el uso de caricias, por ejemplo de los brazos y la cara potencia emocionalmente la comunicación creando un ambiente cómodo y relajado. No es un tópico decir que en muchas ocasiones, sobre todo en casos de deterioro cognitivo, es más fácil comunicar a través de las emociones que a través de las ideas.
Involucrar a la persona de las conversaciones familiares:
Es común caer en el error, muchas veces sin querer, de excluir a la persona que cuidamos ya que damos por hecho que es muy mayor, que no entiende, que no escucha bien o en el peor de los casos porque no nos interesa su opinión. De cualquier manera, no es adecuado aislar a la persona de las conversaciones familiares, ya que puede perder interés por comunicarse y empeorar su situación cognitiva. Por el contrario, preguntarle sobre lo que estamos hablando, su opinión o sugerencias puede estimular funciones cognitivas que la persona aún mantenga.
Comunicación emocional:
Debemos recordar en todo momento que la comunicación es más efectiva según las emociones positivas que provoquemos en la persona que estamos cuidando. Debemos crear más conciencia del efecto de nuestras palabras y las reacciones emocionales que estamos estableciendo a nuestro alrededor y aún más si nos estamos comunicando con una persona que presenta algún tipo de demencia.
Probablemente como cuidador ya te hayas dado cuenta que no todo es racional o solamente palabras, y que en muchas ocasiones es más efectiva una sonrisa, una actitud amable, un tono de voz cariñoso y una buena dosis de abrazos y caricias para comunicarnos y relacionarnos de manera adecuada con esa madre, padre o ese otro familiar que tanto queremos y que ahora debemos de cuidar.
Por otra parte y para finalizar, recordamos que no existen recetas, que estas pautas o consejos sirven para muchas personas, pero que cada caso es único. Si tienes alguna duda sobre tu caso en concreto puedes comentárnoslo o escribirnos a info@paracuidadores.com
Y como siempre cuidadores/as, esperamos vuestras aportaciones y comentarios al respecto sobre este artículo de nuestro blog. Nos gustaría conocer y compartir con otros vuestras propias estrategias de comunicación que os sean útiles y que puedan ayudar a otras personas cuidadoras.
Un abrazo.
Manuel Silva Camacho
Psicólogo PARACUIDADORES